sábado, 11 de febrero de 2017

DEVENIR. TP 5



1. El devenir y la historia
En el apartado 3 se hizo referencia al problema del cambio y a la necesidad de alcanzar un conocimiento permanente de lo permanente, si se pretendía un conocimiento verdadero. Sin embargo, cuando se quiere comprender la historia y el devenir, se enfrentan problemas que conducen a una revisión del supuesto de la permanencia.
Las ciencias naturales conocen el movimiento a partir de lo fijo, de lo que no se mueve, de lo que permanece invariable, o también, de lo que permanece constante. Así, si se tienen los elementos constantes se puede determinar cualquier elemento variable siguiendo la misma ley. Por ejemplo, los problemas que se suelen plantear en algunas de las asignaturas de la escuela secundaria, como física o matemática, consisten en un cálculo particular utilizando informaciones específicas para resolver ecuaciones conocidas o fórmulas sabidas. En todos los casos, la solución consiste en aplicar una fórmula. ¿Qué significa esto? Aplicar la fórmula es subsumir lo que varía en lo constante, reducir lo cambiante a lo que no cambia (la ley expresada en la fórmula). La fórmula materializa un principio o una ley que es lo que incluye todos los casos y lo que permanece siempre fijo. Los datos particulares son las informaciones sobre cada caso, que es lo que se quiere resolver. En el conocimiento de la naturaleza se aborda el movimiento desde la perspectiva de lo inmóvil. El problema que se plantea aquí es ¿cómo sería posible un conocimiento de lo que se mueve pero dando lugar a la comprensión del movimiento? ¿Cómo sería posible comprender el movimiento mismo?
Las ciencias de la naturaleza conciben a la realidad como substancia, entendida como “algo que es en sí mismo y por sí mismo”. La substancia es lo que realmente es. La substancia puede tener distintos accidentes: cantidades, cualidades, propiedades, estar en distintas posiciones, lugares o tiempos, sufrir diversas pasiones o efectuar distintas acciones, establecer diferentes relaciones, pero todo accidente, acción o relación es de la substancia, depende de la substancia que permanece invariable en su naturaleza. Los conceptos o las ideas son los signoslingüísticos con los que se hace referencia a las cosas reales o substancias. Las ciencias de la naturaleza tienden a definir, a conceptualizar, a fijar los significados de las cosas verdaderamente reales (substancias). Así, el conocimiento verdadero (la ciencia misma) no es más que una relación entre distintos conceptos. La verdad misma es una relación entre conceptos, es decir, un juicio, una proposición.
¿Qué ocurre, en cambio, cuando se quiere comprender el cambio? La búsqueda de la comprensión del sentido de la historia, por ejemplo, llevó a Hegel y Marx a abandonar los conceptos de “naturaleza humana” y “substancia”, entendidos como una determinación fija y permanente, como “lo que es en sí y por sí mismo”. Estos autores se percataron de que lo cultural y humano no puede definirse como substancia permanente ni como naturaleza fija, sino que tiene que ser comprendido como acción. El ser humano no es otra cosa que lo que él se hace. Hegel sostiene que “la actividad es la esencia del espíritu [del ser humano, de la cultura]; [él] es su propio producto; y así es su comienzo y también su término [es decir, es movimiento, es proceso, es devenir]. Su libertad no consiste en un ser inmóvil [o permanente], sino en una continua negación de lo que amenaza anular la libertad”. Lo que caracteriza al ser humano es la acción por la cual se construye a sí mismo, es la lucha contra toda fuerza exterior que lo ate, que lo cierre o lo encadene a una naturaleza fija. En sentido afirmativo: es la lucha por afirmarse a sí mismo, por realizarse y darse una identidad, por hacerse un mundo. En sentido negativo: es la lucha para destruir toda amenaza a la libertad ya realizada. Hegel reconstruye todo el proceso histórico de la humanidad mostrando que no se deriva de una naturaleza o substancia sino que es un proceso en el cual el hombre se va haciendo e inventando.
Hegel y Marx transformaron la concepción de la ciencia al buscar comprender no las substancias sino los procesos. Para esta perspectiva, no interesa tanto decir qué son las cosas o las realidades o señalar sus atributos o las características esenciales que tienen, como conocer qué llegan a ser las cosas, o sea, interesa conocer el devenir. La realidad considerada como proceso, como devenir, es la dialéctica. Desde una perspectiva dialéctica la realidad no se piensa como lo que ya está hecho, lo que ya está dado, sino como lo que se hace, lo que deviene, lo que llega a ser.
Al afirmar que la realidad es dialéctica, se identifica la realidad con lo cambiante y lo invariante sólo es concebible como una abstracción que separa lo que es esencialmente móvil del movimiento en el que está inmerso. Sin embargo, para Hegel y Marx la ciencia no se reduce al conocimiento de las abstracciones del entendimiento, sino que ella es el conocimiento de lo que deviene. El error de las filosofías y de las ciencias anteriores ha sido -para Hegel-, suponer que más allá del movimiento había “algo” que permanecía inmóvil. Esto es lo que Platón llamaba idea, lo que los teólogos y filósofos medievales llamaron esencia, lo que los racionalistas llamaron substancia y lo que los científicos y filósofos modernos llamaron conceptos, invariantes, constantes. La respuesta de Hegel y Marx es que no hay que buscar lo permanente más allá del cambio sino en el cambio. Lo permanente en el cambio es su orden, su lógica, su estructura. Lo permanente en el cambio es la dialéctica. Con Hegel y Marx, la razón se historiza, se fluidifica, deviene, se dialectiza, no es “abstracta” sino concreta.

2. Lo negativo y la libertad
En los apartados 5 y 6 se desarrollaron algunos rasgos de las ciencias de la naturaleza o ciencias empíricas. En ellos se señaló que el conocimiento de los hechos supone un orden que posibilite la comprensión de la realidad. Se mostró también cómo la ciencia moderna, partiendo de distinción entre sujeto y objeto, explica el conocimiento “objetivo” como algo que se hace posible a partir de las facultades o capacidades del sujeto que conoce. Estas condiciones que hacen posible el conocimiento “objetivo”, impiden el conocimiento del sujeto (a menos que se lo reduzca a sus rasgos “objetivos” y se deje sin explicar lo “subjetivo”, o sea, lo propio del sujeto).
A diferencia de la ciencia moderna de la naturaleza que partía de la separación sujeto/objeto- Hegel afirma la identidad del sujeto y del objeto en la historia. El objeto deviene sujeto, la naturaleza deviene cultura. En consecuencia, el sujeto –incluido el sujeto de la ciencia- es, también, un momento de la realidad. La realidad es comprensible porque es producto de la misma actividad y de la misma lógica –más o menos desarrollada, más o menos compleja- que constituye tanto al objeto como al sujeto.
Sin embargo, Hegel distingue el plano de la realidad inmediata del de la realidad mediata o compleja. La vida y la acción cotidianas se desenvuelven dentro de la realidad inmediata, en cambio, la ciencia y la filosofía requieren el desarrollo de las mediaciones, porque su objetivo es comprender y fundamentar lo inmediato. En este sentido, el científico y el filósofo hablan de una realidad compleja, de una realidad que se ha desarrollado por la acción de los hombres en la historia y que ha sido comprendida por la acción de los científicos y los filósofos.
Se puede distinguir una dialéctica natural y una dialéctica espiritual, cultural, histórica o humana. La dialéctica de la naturaleza es un movimiento incompleto, es una dialéctica truncada, es un movimiento más pobre y más simple que el movimiento humano o cultural, porque en la naturaleza no hay superación, ya que cuando se conoce la forma o la estructura de un movimiento, de un desarrollo, ya se lo conoce todo. Por eso, como pensaban los antiguos griegos, en la naturaleza basta con lograr una descripción completa de un proceso, ya que después todos los procesos son iguales y repiten lo mismo. Los griegos también pensaban que la historia seguía las mismas leyes que la naturaleza, que el kosmos. Por eso los historiadores griegos creían que una vez que se hubiesen descrito todos los acontecimientos de un ciclo humano, los ciclos históricos iban a repetirse. Por supuesto que los ciclos de la historia son más largos que los ciclos de las estaciones o de la vida de un animal, pero bastaba con que varias generaciones hicieran una descripción de los procesos que les tocaba vivir (si esas descripciones fueran escritas en los libros, se mantuvieran para el futuro), porque después iban a poder recopilar todas las descripciones, teniendo así un conocimiento completo de la historia. Los ciclos posteriores iban a repetir el mismo proceso y las variaciones iban a ser solamente accidentales, es decir, puramente pintorescas. Serían ejemplos más o menos vistosos o llamativos, pero en lo esencial sería el mismo ciclo.
Pensaban la historia como algo semejante a lo que ocurre en el proceso de germinación de una planta: si se tienen dos plantas de la misma especie y se hace una descripción de lo que pasa con una y con la otra, el resultado va a ser el mismo. Habrá variaciones accidentales que no hacen a lo esencial (por ejemplo, si una tiene más hojas que la otra o si una creció con dos días de anticipación, o si este año floreció antes), pero el proceso es esencialmente el mismo. Esas variaciones no hacen a la estructura del desarrollo. La naturaleza es sumamente aburrida, es repetitiva, es un proceso de movimiento cuyo resultado es también el punto de partida. Si se sigue el proceso de una planta, se observa: la semilla, el proceso de germinación, el crecimiento, la aparición de las hojas, del tallo, de la corteza, las flores y los frutos. El fruto es una nueva semilla, a partir de la cual se vuelve de nuevo al comienzo. En la naturaleza los ciclos se repiten: basta con conocer la legalidad que ordena un ciclo para conocerlos todos.
Con la cultura, con lo humano, con la historia, la cosa es más compleja porque el comienzo y el fin no coinciden. En el ámbito de lo humano, de la libertad, de la cultura, hay superación o, como Hegel la llama, “sublimación”. “Superación” o “sublimación” quiere decir que en el ámbito del espíritu los procesos en su comienzo y en su fin no coinciden, si bien tienden a un movimiento circular, cíclico, el comienzo y el final están en distintos planos, ha habido una superación, una elevación. Se está en una etapa superior, en un escalón más arriba. Ocurre como en las escaleras de caracol, en las que al dar una vuelta completa se está otra vez en el mismo punto, pero no en el mismo plano, porque se está un piso más arriba o unos metros más arriba. Lo mismo ocurre con los procesos espirituales en donde el punto de partida y el resultado están en niveles diferentes. Que el nivel al que se llega sea superior significa que es más complejo, más rico, más real, más racional; en términos de Hegel: más libre. Entre el orden natural y el cultural hay una ruptura, una discontinuidad. Se puede comprender el desarrollo de la historia universal, tal como la describe Hegel, como desarrollos entre rupturas: el mundo oriental, el mundo antiguo y el mundo moderno cristiano. Cada uno de estos momentos es más libre que el anterior. En el mundo antiguo, algunos son libres, a diferencia del mundo oriental, en que sólo uno era libre. En el segundo momento se alcanza una etapa superior respecto del primer momento, y también en el tercer momento (en el mundo cristiano moderno), donde todos llegan a ser libres, se llega a una etapa superior a las dos anteriores. En los procesos históricos el desarrollo implica siempre una superación, un enriquecimiento, una mayor complejidad porque, además, cada una de las etapas por las que se pasa no excluye a la anterior sino que la incluye92. Por eso cada etapa es más rica. Si pensamos en la historia universal que describe Hegel: el mundo oriental en donde uno es libre forma parte del mundo antiguo en donde algunos son libres, ya que “uno” está incluido dentro de “algunos”, y éstos están incluidos en el mundo moderno, donde “todos” son libres, porque “algunos” están incluidos dentro de “todos” y “uno” está incluido dentro de “todos”. Es decir, cada etapa es más compleja que las anteriores y de lo más complejo se puede entender lo más simple pero no a la inversa. “Más compleja” significa que las incluye, que las integra. Desde la realización de la libertad actual, se puede entender la libertad de los antiguos o de los orientales, pero no al revés.
Este esquema permite ver también el proceso de desarrollo: todo momento de desarrollo, todo proceso dialéctico pasa por tres etapas: (1) un comienzo, un impulso, una primera situación que es el punto de partida, lo que está dado, lo natural, lo sabido o, como Hegel lo llama, lo en sí. En los estudiantes universitarios, por ejemplo, ¿qué es esto que ya está dado? Todos son ya egresados del secundario, eso ya está, eso ya lo hicieron, eso está realizado y es parte de lo que ahora son. Pero hay algo en esto que ya se es, que todavía no es aunque se tiene la capacidad de ser. Por ejemplo, pueden ser ingenieros o contadores o abogados o trabajadores sociales, y esto (no ser todavía) es lo que los impulsa a salir de eso que ya son y desarrollarse en otro aspecto que no se había desarrollado antes. (2) Éste es el segundo paso de todo movimiento dialéctico: la realización de lo que no se es todavía. (3) Y todo movimiento concluye naturalmente en la realización de ese impulso. En el ejemplo anterior: llegar a ser trabajadores sociales, sociólogos o comunicadores sociales. Éste es el resultado del proceso de desarrollo: la realización de lo que se es.
Hegel no piensa a la realidad como algo que ya está realizado sino que la realidad es lo que se llega a ser, es lo que se efectiviza, lo que se realiza. Se puede decir que no se es todavía, no se ha realizado todavía lo que se puede y en ese sentido se está “en proceso de”, pero esto puede ser dicho de toda realidad. Toda realidad está “en proceso de”, está “en camino de”, “en movimiento de”, y es ese movimiento. Para realizar eso que todavía no se es hay que dejar de ser lo que ya se es. Algunos persisten en querer seguir siendo estudiantes secundarios y, en esa medida, no llegan a ser ingenieros o trabajadores sociales; para llegar a serlo hay que dejar de ser estudiantes secundarios. No se está hablando de títulos ni de conceptos sino de realizaciones. La realización es efectivizar eso, es ser capaz de realizar una actividad. Es por eso que desde la perspectiva hegeliana la libertad no se concibe como algo que se tiene, como un título, sino que la libertad es algo que se ejerce, es algo que se hace. En la medida en que se vive como seres libres, se es libre o se va siendo libre. La libertad es lo que se realiza, es lo que se efectiviza, si no se lo puede efectivizar no se es.
3. el proceso de descentralización
El apartado 6 muestra el proceso de constitución y desarrollo de la ciencia moderna de la naturaleza. Dicho proceso está caracterizado por la oposición sujeto/objeto. En el apartadoanterior se hizo referencia a algunos de los problemas y de los límites de la noción de objetividad. En este apartado se hará otro tanto con la noción de sujeto.
El modelo de la ciencia moderna se edificó sobre la base de la concepción cartesiana del sujeto, para la cual el conocimiento y el dominio de la objetividad se fundamentan en la capacidad conciente y racional del hombre. Las modernas filosofías del sujeto desde Descartes hasta Kant y la Ilustración pusieron a la razón humana como fundamento y centro del conocimiento y de la realidad.
El siglo XX se inició signado por un radical proceso de descentralización del sujeto, emblemáticamente representado por las obras de Darwin, Marx, Nietzsche y Freud. Darwin sostenía que el hombre no derivaba de Dios en tanto Ser Creador, sino que era el producto de la evolución de las especies inferiores, de los simios. Marx había mostrado que las fuerzas productivas materiales derivadas de las necesidades, y no lo que los hombres creen o piensan, son el verdadero motor de la vida en sociedad y de la historia. Los planteos de Marx y Darwin muestran que la conciencia y la razón del sujeto están determinadas93 y se derivan de procesos “materiales” o “biológicos”. Nietzsche revelaba que los valores superiores no eran sino la expresión suprema del instinto de venganza encarnado en la rebelión de los esclavos, es decir, una inversión de los valores originarios94. Freud, apoyándose en la medicina y en la práctica psicoanalítica, sostenía que la conciencia humana, como la punta de un iceberg, no era más que un emergente superficial de las fuerzas originarias del hombre profundamente sumergidas en lo inconciente95. El movimiento surrealista, en el ámbito estético, se alimentó de esta concepción que demanda la liberación de las fuerzas del inconciente, en su crítica radical a la sociedad burguesa, defendiendo toda expresión de lo inconciente y denunciando la falsa moralidad de la sociedad de su tiempo.
Como consecuencia de estos cuestionamientos, la concepción del sujeto vigente en los cinco últimos siglos ha entrado en crisis y con ella el modelo de ciencia construido sobre esta base. El “sujeto conciente y racional” deja de ser considerado como la base y el fundamento tanto del orden social y político como del modelo científico y técnico. Por este motivo, se ha comenzado a hablar de un “sujeto sujetado” en lugar de un sujeto autónomo y racional, señalando la necesidad de abandonar las concepciones que parten los individuos soberanos para comenzar a pensar en marcos intersubjetivos, en redes complejas que constituyen diversas modalidades de subjetividad.

PARA PENSAR

1. Explique los conceptos de devenir, realidad inmediata/mediata, historia y superación.
2. ¿Cuáles son las etapas de un proceso dialéctico? Explíquelas y ejemplifique.
3. ¿A qué se llama proceso de descentralización del sujeto?


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