sábado, 3 de septiembre de 2016

CIENCIA Y SOCIEDAD

CIENCIA, TECNOLOGÍA y SOCIEDAD.
Las ideas surgen alguna vez; luego, cuando las incorporamos, parecen naturales. Fue un sociólogo estadounidense Robert Merton quien propuso la asociación entre ciencia, tecnología y sociedad.
En los años 30, Merton era un joven sociólogo formado en la “escuela funcionalista”   que tenía conceptos novedosos para la época:
·          Existe una relación entre el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y las condiciones sociales, culturales, políticas.
·          La suposición de que la ciencia es autónoma de otros espacios sociales, y si no lo es, se debe a la intromisión indebida de alguien;
·          A consideración de que la ciencia es una actividad acumulativa. Se trata de un edificio colectivo en donde cada uno se apoya en sus predecesores, y aporta un ladrillo para que los que nos siguen produzcan más y mejores conocimientos.
La primera idea es la más original para la época ya que entonces, la ciencia pertenecía a un conjunto de prácticas y a un espacio muy diferente de las técnicas de aplicación industrial. Se podría decir que una se correspondía con la búsqueda de la verdad, y la otra con la generación de aplicaciones concretas.
Las otras dos ideas de Merton están estrechamente relacionadas, y forman parte del “aire de la: los científicos son o deben ser autónomos de cualquier otro poder y son libre de elegir sus temas y métodos. Así pueden acumular uno sobre otros los conocimientos verdaderos.
Sin embargo, lo que está en el aire de la época, es precisamente, el peligro que acecha, no solo para los científicos, sino para toda la sociedad: la presión, la intervención, el control, e incluso la violencia e individuos ajenos al mundo científico, que rompen con la idea de autonomía necesaria. Merton comenzó sus trabajos a comienzo de los años cuarenta, cuando la Alemania nazi había decretado la existencia de una ciencia “legitima” que representaba las verdaderas raíces del país, y que  identificada con la física, ligada a las cosas y no a las teorías. Frente a ella había una ciencia “impura”, ilegitima, ligada a la física teórica y a la relatividad, cuyas cabezas visibles eran Einstein o Borh.
El otro caso resonante que Merton tiene presente s el llamado “caso Lysebko”. Trofim Lysenko comenzó en 1936 sus ataques a la “ciencia burguesa”, encarada en particular por las teorías de Mendel sobre la herencia y las es que la gobiernan. Lysenko propuso, en cambio, una teoría según la cual, al modificar los nutrientes de las plantas, sus condiciones de sembrado y desarrollo, se podían cambiar sus características hereditarias. Y para ello, hizo una serie de experimentos que podrían haber pasado a la historia como una mera curiosidad si no hubiera sido elevado, por el camarada Stalin a la estatura de “ciencia proletaria” y si Lysenko no hubiera sido nombrado presidente de la Academia Lenin de Ciencias agrícolas. De mas esta decir que quien en osaban defender la genética mendeliana podían pasar unas largas noches en Siberia.
Merton fundó el primer programa sociológico de investigaciones sistemáticas sobre la ciencia.
EL CONTEXTO CAMBIA…
La perspectiva propuesta por Merton funciono muy bien hasta que una nueva generación de sociólogos la puso en cuestión. Esto fue en la segunda mitad de los años setenta por los siguientes hechos:
·          La toma de conciencia de que la ciencia no solo acarrea efectos positivos. Esto se puso de manifiesto con la bomba atómica, luego de lo cual surgieron movimientos críticos que pusieron en cuestión el papel de la ciencia en su relación con el desarrollo de la sociedad capitalista industrial y sus efectos indeseables: hiperconsumo, degradación del medio ambiente, deshumanización, etc.
·          Ruptura de la “ecuación optimista”: se comienza a percibir que la realidad desmiente la creencia de que la ciencia y la tecnología modernas acarrean problemas, pero también generan soluciones. La utopía positivista de un progreso eterno se ve cuestionada por enormes zonas grises que ya no es posible solucionar simplemente con más conocimiento científico, sino que requiere, la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones.
·          La crisis del petróleo de 1973. En ese año se produjo una alarma repentina: las reservas de petróleo no serian suficientes para llegar al año 2000. El  razonamiento fue, ¿qué hizo la ciencia para aliviarnos de esta pesadilla? Y se respondieron: nos propuso la energía nuclear que es la misma que hizo la bomba atómica.
LA CIENCIA ES UN PRODUCTO SOCIAL.
Algunos sociólogos comenzaron a discutir la mirada ingenua de Merton. El problema fundamental era que Merton y sus discípulos habían orientado su lupa hacia los “científicos” vistos “desde afuera”: cómo se organizaban y vinculaban entre ellos, qué recursos utilizaban, qué y cómo publicaban y evaluaban sus publicaciones, etc. Pero eso no tenía nada que ver con lo que los científicos hacían todos los días en sus lugares de trabajo. Como no había ningún aspecto social en sus tareas, los sociólogos no tenían nada que observar.
Los sociólogos, entonces, se “metieron” en los laboratorios y comenzaron a hablar de lo que ocurría en sus interior como si fueran “cajas negras” de las que solo se sabía lo que entraba y lo que salía, pero no lo que había adentro. Y acusaban a la escuela mertoniana de haber separado los aspectos “externos” (instituciones, comunidades científicas, culturas) de los aspectos “internos” (procesos de experimentación, técnicas, métodos, teorpias).
La reacción que emprendieron fue violenta. David Bloor propuso un programa que demostrara que todo conocimiento científico era social. Se sumaron otros sociólogos entre ellos Thomas Kuhn, que, con su hoy clásico “La estructura de las revoluciones científicas”, mostro que todo colectivo científico tiene una doble existencia: social (sus formas de identificación grupal, de organización, etc) y cognitiva (el contenido de kis conocimientos que producen con sus métodos y teorías bajo el imperio de lo que Kuhn llamó paradigma). Y, lo más importante, que ambas son indisociables.
Con este argumento afirmaron que toda la ciencia que conocemos es una ciencia hecha y que, como tal, se nos presenta naturalmente como verdadera. Pero que en realidad, la ciencia, como práctica social de un conjunto de individuos que pertenecen a una cultura y por tanto a un lenguaje, que tienen intereses, que negocian, que buscan aliados y adversarios, es una fabricación social. En consecuencia, hay que dejar de lafo esa ciencia hecha y observar, investigar y analizar, interpretar la “ciencia mientras se hace”, porque es allí dónde se puede encontrar las raíces de lo que luego será presentado como verdad al resto de la sociedad.
¿CIENCIA Y SOCIEDAD?
El interrogante a plantear es ¿para qué sirve la ciencia? Responderemos “para acrecentar nuestros conocimientos sobre el mundo físico, natural y social”, queda claro que prevalece el interés público, y que los científicos deben ser autónomos de cualquier interferencia, ya sea pública o privada. Sin embargo, en la actualidad casi nadie afirma que la ciencia debe servir solamente para acrecentar nuestros conocimientos. La gran mayoría de las personas implicadas, los propios científicos, los gobiernos, los empresarios, etc., comparten la idea de que el conocimiento científico debería servir para algo más que para ampliar nuestra cultura sobre el mundo.
¿PODEMOS RESOLVER PROBLEMAS SOCIALES CON LA CIENCIA?
Cuando surgen problemas sociales, los diferentes actores, y en particular el Estado, tienen siempre diferentes alternativas de acción para abordarlos y una de ellas es promover la producción y el uso de los conocimientos científicos