viernes, 3 de abril de 2015

ZENON DE ELEA

Es el autor de algunas famosas paradojas que son un ejemplo de cómo pensaban los eleáticos.

Fábula de Aquiles y la tortuga:

Aquiles, el más veloz de los guerreros griegos, que Homero califica como de “los pies ligeros”, compite contra una tortuga, que es el más lento de los animales. Convencido de que su epíteto está bien ganado, el héroe griego le da una ventaja a su tortuga. La pregunta que hacía Zenón, entonces, era la siguiente: ¿alcanzará alguna vez Aquiles a la tortuga? Obviamente todos sabemos que sí, que empíricamente sí, que fácticamente sí.

Pero Zenón razonaba descomponiendo y analizando el movimiento de la siguiente manera: salen los dos y la tortuga empieza a andar. Cuando Aquiles recorre el nuevo espacio que lo separa de la tortuga, la tortuga otra vez ha vuelto a andar. Cuando Aquiles recorre esto, la tortuga se movió un poquito más, y así sucesivamente. Es decir, Aquiles no lo alcanza nunca.

Lo que quería mostrar era que el movimiento es incomprensible, ininteligible, no reducible a la razón, que conduce a paradojas lógicas.


Lo mismo ocurre con el planteo de los múltiples cuerpos. El se preguntaba: ¿puede haber dos cuerpos separados? Y decía “no porque para que haya dos cuerpos separados, quiere decir que hay algo en el medio, quiere decir que tiene que haber, por lo menos, tres, ya sea aire u otra cosa”. Ahora, para que haya tres, tiene que haber dos más, y así sucesivamente. Esto nos lleva a un proceso infinito. Y cuando se llega a un proceso infinito, el pensamiento griego empieza a tener problemas. Tal vez por eso, el propio Parménides se detiene ante la infinitud del ser, y lo limita a una esfera.

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