sábado, 11 de febrero de 2017

UNIDAD I: QUÉ ES LA EPISTEMOLOGÍA.TP1

EPISTEMOLOGÍA O FILOSOFÍA DE LA CIENCIA 

1. Qué es la Epistemología 
La filosofía se ha ocupado, desde su invención en la Antigua Grecia, de la totalidad de lo que es y de su fundamento. Con ese fin fue desarrollando diversas disciplinas que centralizaron su atención en algunos ámbitos delimitados de la realidad para responder mejor a los problemas que allí se presentaban. Así, por ejemplo, se crearon (entre otras) la física, la lógica, la ética, la política y la gnoseología. La física se ocupa de los problemas del ámbito de la naturaleza (fysis); la lógica, de las cuestiones vinculadas con el orden de la razón (lógos); la ética, de lo relativo a las acciones humanas correctas o incorrectas, buenas o malas (cosa que se define a partir de las pautas implícitas en las costumbres (ethos) de una comunidad); la política, de la mejor forma de vida en común (polis); la gnoseología, de los tipos de conocimiento (gnosis) y del conocimiento verdadero (episteme). En la antigüedad, entonces, filosofía se identificaba con la episteme (ciencia). 
En el siglo XVII, a comienzos de la época moderna, surge una forma nueva de conocimiento que se diferencia progresivamente tanto de la teología medieval como de la filosofía antigua. Esta “ciencia nueva” o ciencia moderna, que se define por su objeto (lo que se quiere conocer) y por su método (el modo de conocer los objetos), mantuvo relaciones diversas con la filosofía durante los siglos siguientes, a veces de complementariedad, a veces de competencia, a veces de tensión. A finales del siglo XIX surgió, dentro de la filosofía, una corriente que se propuso desarrollar una filosofía de la ciencia, es decir, una fundamentación filosófica del pensamiento científico. Se llamó “epistemología” a la disciplina de la filosofía que se propone comprender y explicar la forma del conocimiento de la ciencia moderna. En ese sentido, la epistemología abarca los problemas de la teoría del conocimiento, que tradicionalmente formaban parte de la gnoseología, respondiendo a preguntas tales como: ¿cuáles son las condiciones que hacen posible el conocimiento de las ciencias?, ¿qué se puede conocer a partir de esas condiciones?, ¿cómo se sabe que lo que se cree acerca del mundo es verdadero?, ¿cuál es el fundamento de la ciencia?, ¿cuáles son las reglas y los pasos del método que conduce a la verdad? 
Desde entonces, la “epistemología” se define como un discurso teórico cuyo objeto es la ciencia, entendida como un tipo de conocimiento que ha llegado a ser modelo y ejemplo de todo saber. A partir de su objeto, la epistemología configura su forma, sus alcances y limitaciones. Reflexiona e interpreta la estructura formal de las ciencias, los aparatos metodológicos de obtención del saber, cómo forman sus teorías y los problemas que plantean para la concepción del sujeto del conocimiento. En síntesis, la epistemología se ocupa, por un lado, de las condiciones que hacen válido el conocimiento científico; y por otro, de los medios que permiten el desarrollo y acrecentamiento del conocimiento propio de las ciencias.

2. La ciencia y las opiniones: el problema del fundamento 
Platón es uno de los primeros filósofos griegos que definió el significado del término filosofía. Para este autor, la filosofía se identifica con la episteme (ciencia) y se diferencia radicalmente de la doxa (opinión). A partir de esta diferencia, Platón distingue al verdadero filósofo de todos aquellos que parecen serlo, pero que no lo son. A estos últimos, a los que tienen afición por cualquier tipo de saberes y que se muestran dispuestos a aprender muchos temas, los llama filodoxos. El verdadero filósofo desea la sabiduría en su totalidad, gusta de contemplar el Bien y la verdad, busca conocer lo que realmente es, lo permanente. 
Platón ejemplifica estas diferencias entre el filósofo y el filodoxo recurriendo al ejemplo de la belleza. Dice: “los aficionados a oír y los amantes de los espectáculos gustan de las voces bellas, de los colores bellos, de las formas y de todas las obras que reúnen tales elementos; pero su inteligencia es incapaz de percibir y amar la naturaleza de lo bello en sí”. ¿Y qué es lo bello en sí? Es aquello que hace ser bellas a la multiplicidad de cosas bellas. Si hay una multiplicidad de cosas, a todas las cuales se les atribuye el ser bellas, esto supone que todas ellas comparten algo en común en virtud de lo cual son bellas. Eso, precisamente, que hace bellas a las cosas bellas, es “lo bello en sí”, a lo que Platón llama Idea de belleza. Lo bello en sí es entonces la idea o esencia de lo bello, o sea, la belleza de la cual participan la multiplicidad de las cosas bellas. Esta esencia de lo bello es algo que no cambia, que es inmutable, que es una y siempre la misma. 
Aquellos hombres que buscan la multiplicidad de las cosas bellas (filodoxos), son incapaces de percibir, aprender y amar lo bello en sí. En cambio, el hombre que sabe que existe lo bello en sí y es capaz de aprenderlo, aun a través de las cosas bellas, sabiendo que esas cosas son bellas sólo en cuanto participan de la esencia de lo bello, ese hombre ama verdaderamente la belleza. De él puede decirse que tiene el verdadero conocimiento de lo que es la belleza; de los otros, que se pierden en la multiplicidad de las cosas bellas, puede decirse que no tienen un verdadero conocimiento, sino sólo una opinión (doxa). 
Platón contrapone el conocimiento verdadero o episteme (ciencia) a la doxa (opinión), y consecuentemente, contrapone al filósofo con el filodoxo. Entiende por filósofo a aquel hombre que tiene un verdadero conocimiento, aquél que conoce, las cosas en sí mismas, las esencias, por ejemplo: la belleza en sí. En cambio, llama filodoxo a aquél que sólo conoce muchas cosas bellas, distintos tipos de cosas bellas, pero no lo bello en sí. 
Hay aquí entonces un doble problema: (a) el del conocimiento, que puede ser episteme o doxa y el objeto de conocimiento que puede ser uno o múltiple; (b) el de la relación entre el tipo de conocimiento y el grado de realidad. 
La episteme o ciencia es un conocimiento de lo único mientras que la opinión lo es de lo múltiple. Hay, en consecuencia, dos grados de conocimiento que se corresponden con dos grados de realidad. Esto no es una coincidencia: para Platón a cada grado de realidad le corresponde un grado de conocimiento. O, lo que es lo mismo, cada facultad de conocimiento tiene por objeto un determinado sector de la realidad. En síntesis: 
(1) El grado superior de conocimiento es la episteme o ciencia, que en términos estrictos es el conocimiento fundado, el saber real, seguro, estable, permanente. Este tipo de conocimiento revela la existencia de lo que es verdaderamente (objeto), de lo que es siempre de la misma manera, de lo que es siempre lo mismo. 
(2) El grado inferior de conocimiento es la doxa u opinión, que es un tipo de saber que no puede dar cuenta de sí, es decir, no posee fundamento, no puede justificar la verdad que dice conocer. Es un conocimiento particular y cambiante. Sin embargo, hay que reparar en que no es mera “ignorancia”; es un tipo de saber y, por lo tanto, corresponde a lo que de alguna manera es. Su objeto son las cosas que son y no son, los entes que se muestran como múltiples y cambiantes, lo que se capta por los sentidos. 
La definición platónica determinó la concepción de la episteme para las épocas posteriores y en lo fundamental esta distinción sigue siendo válida para las concepciones modernas de la ciencia. Toda ciencia se inicia con un movimiento de abstracción (de separación) de las imágenes y representaciones de la vida cotidiana, para definir la realidad que quiere conocer. El conocimiento científico es un conocimiento fundado, del cual se puedenseñalar las causas o las pruebas. Una creencia, una perspectiva, una opinión o un punto de vista no son, por lo tanto, científicos.

3. La ciencia y las opiniones: el problema del cambio 
¿Qué significa verdad? Desde Platón y Aristóteles, la verdad se define como una característica de ciertos discursos o pensamientos: Cuando lo que se dice (o se piensa) se corresponde (o se adecua) con lo que las cosas son, entonces, lo que se dice (o se piensa) es verdad. Por el contrario, cuando lo que se dice (o se piensa) no se corresponde con lo que las cosas son, lo que se dice (o se piensa) es falso. 
Para que la verdad sea posible, tiene que haber correspondencia o adecuación. Pero, para que haya correspondencia o adecuación, las cosas no pueden cambiar o modificarse. Si se afirmase, por ejemplo, “la pared es gris”; lo dicho sería verdad sólo si la pared es gris y mientras sea gris. Si la pared cambiase de color, lo dicho dejaría de ser verdad. Si las cosas cambiasen permanentemente, la verdad no sería posible, porque cualquier afirmación que se hiciese sobre las cosas dejaría de corresponderse con ellas cuando cambiasen. Algo análogo ocurriría si lo que se dice, cambiase. Si primero se afirmase, por ejemplo, “es justo que todos los daños se reparen”, pero después se cambia de opinión y se dice: “los daños hechos a los violentos no necesitan ser reparados”, las dos afirmaciones no pueden ser ambas verdaderas, puesto que son contradictorias y se excluyen entre sí. Este es el motivo por el cual Platón sostiene que las opiniones no son conocimientos verdaderos (episteme), ya que son de naturaleza cambiante. Si cambian, no pueden corresponderse con las cosas de manera permanente. Lo que se dice en la ciencia (episteme), no puede cambiar (si ha de corresponderse con las cosas) sino que tiene que ser siempre lo mismo, tiene que ser permanente. 
Si la verdad es una cierta adecuación o correspondencia entre lo que se dice (o se piensa) y lo que las cosas son, entonces, el cambio no es posible. No es posible cambiar lo que se dice (o piensa) y tampoco es posible que las cosas a las que se refieren los discursos (o el pensamiento) cambien. Para que la verdad sea posible es necesaria la permanencia: tanto la realidad como lo que se dice (o piensa) de la realidad, tienen que ser permanentes. La ciencia es, en consecuencia, un discurso permanente sobre la realidad permanente. 
Estos problemas condujeron a los filósofos antiguos a efectuar una distinción entre las cosas reales y las aparentes, entre lo que realmente es y lo que parece ser. Lo real es aquello que no cambia, lo permanente, de lo cual es posible decir la verdad. Lo aparente es aquello que cambia, que deja de ser lo que era, de lo cual no es posible decir la verdad (al menos, permanentemente). En consecuencia, la ciencia necesita definir o delimitar tanto los significados del discurso como la realidad de las cosas. Un significado definido es un concepto. Una cosa definida es una esencia. 
Aun cuando, a partir de la modernidad, se ha ido abandonando la pretensión de conocer las esencias, no por ello se ha disuelto la condición de permanencia en los objetos conocidos. Como los fenómenos o hechos de la experiencia son cambiantes y como sólo es posible la verdad como correspondencia con lo permanente, la ciencia moderna busca conocer el orden, la regularidad o la ley que gobierna los fenómenos. Ellos son lo permanente detrás de los cambios de los fenómenos. Precisamente, se llama “naturaleza” al orden permanente que estructura los fenómenos cambiantes. En este sentido, la ciencia de la naturaleza es la ciencia fundamental en la época moderna.

PARA PENSAR
1. ¿Cuáles son las disciplinas de la filosofía? 
2. ¿Qué es la epistemología y cuándo surge?
 3. ¿Cuáles son los problemas que aborda la epistemología?
 4. ¿En qué se diferencian doxa y episteme? 
5. Diferencie al filósofo del filodoxo.
 6. ¿Qué es la Idea o esencia? Distinga esencia de apariencia.
 7. ¿Qué significa “abstracción”? ¿Por qué la ciencia requiere de un movimiento de “abstracción”?
 8. ¿A qué se llama “verdad”? 
9. ¿A qué se llama “falsedad”?

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