LA
FILOSOFÍA JÓNICA HASTA HERÁCLITO
Fue en
el mercado del mundo antiguo, Mileto, donde la filosofía vio la luz. Mileto, la
ciudad donde todos los pueblos del Mediterráneo procedían al cambio de sus
mercancías. La
filosofía no nació, por tanto en calmo retiro. De la misma manera, los
pensadores más antiguos no procedían como ascetas alejados del mundo, sino que
fueron hombres distinguidos y curiosos y abiertos al mundo, políticos en parte.
Como cabeza (archegetes) de la primera fase de la filosofía helénica, de la
presocrática y a la que suele llamarse filosofía natural (referido a la
Física), en razón de su tema capital, cita Aristóteles a Tales. Este como
Sócrates, Pirrón y Epiceto, no han escrito nada, aunque debe haber existido una
recopilación de sus sentencias.
Los
pensamientos de Tales son los siguientes: Tales veía en el agua el principio
del ser. Pero esta doctrina no debe entenderse sólo en el sentido de que todo
lo que existe procede del agua, sino además en el sentido de que la verdadera
substancia de todas las cosas es el agua.
La
ciencia natural y la filosofía de la naturaleza no estaban aún separadas y de
este modo se atribuyen a Tales otros descubrimientos menores astronómicos y
técnico-matemáticos: Tales afirmó y precisó la dirección norte de la Osa Menor
y halló algunos teoremas geométricos elementales que bastaron para permitirle
medir desde la costa la distancia a que se halla un buque visible en el mar.
También se le atribuye la medición de la altura de las pirámides egipcias sobre
la base de la observación de que a una hora determinada los objetivos tienen la
misma altura que las sombras que proyectan.
El
segundo filósofo milesio, Anaximandro,
que intervino políticamente en el establecimiento de una colonia en Apolonia,
en el mar Negro, escribió el primer libro filosófico. De este libro se conserva
el siguiente fragmento: "El
origen de las cosas es lo indefinido (ápeiron). De donde surgen las cosa
(tisis) según el orden del tiempo".
El
tercer milesio, Anaxímenes,
vio la sustancia fundamental en el aire, a partir del cual se origina lo
cálido, el fuego, por rarificación, y lo frío-viento, nubes, agua, tierra,
rocas- por condensación.
Un paso
más por el camino de la espiritualización de la divinidad es Heráclito de Efeso. Este
parte del hombre en su especulación: "Yo
me busqué a mí mismo". Y en esta búsqueda tropieza con el elemento
fundamental de la vida espiritual, el "logos", palabra que significa
en griego "razón", "pensamiento" y "palabra" al
mismo tiempo. Esta razón es sin duda común a todos, pero la
mayor parte de los hombres se sirve tan mal de ella, que se rigen por
impresiones subjetivas, prejuicios e interese que podría pensarse que tuvieran
una "razón particular". Heráclito imagina el principio de la vida
espiritual como atado a un sustrato material que encuentra en el "fuego"
o éter, una especie de sustancia del calor. Este fuego dotado de razón, que se
transforma en aire, agua, tierra y vuelve a sí mismo por el camino inverso, es
la sustancia unitaria de todas las cosas, por diversas que éstas sean. Con
respecto a esto dijo: "Este
mundo, el mismo para todas las cosas, no fue creado por un dios ni un hombre,
sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo que se enciende y se
apaga rítmicamente". De aquí derivan tres ideas fundamentales de
Heráclito: la unidad de todos los entes, su eterno cambio y transformación y la
inviolable legalidad de todo el acaecer.
Heráclito
ha influido intensa y duramente en la posteridad. Por su doctrina del mundo, el
objeto principal del conocimiento, se encuentra en eterna transformación, en
constante fluir, dio a los sofistas motivo para las primeras reflexiones de la TEORÍA DEL CONOCIMIENTO.
EL
OCCIDENTE GRIEGO: DESDE PITÁGORAS HASTA EMPEDOCLES.
Pitágoras
de Samos, abandonó su patria y se instaló en Crotona, en la Italia
meridional. Tres cosas seguras nos cuenta de él la tradición:
1ª. Que
enseñaba la doctrina de la transmigración de las almas.
2ª. Que
desarrolló estudios matemáticos y astronómicos.
3ª. Que
reunió a sus discípulos en torno suyo en una asociación organizada.
Pitágoras
defienden la "purificación" del alma de la sensualidad y su
liberación del cuerpo se consigue mediante la actividad espiritual y la
autoeducación moral. El pitagorismo es así un aristocratismo de espíritu y del
carácter.
El
principio fundamental de la ciencia y de la filosofía pitagórica dice que el
número es la esencia de todas las cosas. Por raro
que esto suene, resulta comprensible cuando se añade que los pitagóricos
llegaron a su doctrina por la observación de que la diversa altura de los
sonidos depende de la longitud de las cuerdas del instrumento musical, y que,
por lo tanto, los intervalos musicales pueden expresarse por determinadas
proporciones matemáticas. Así, pasaron de la música a la matemática, en la que
se hicieron famosos por el llamado TEOREMA DE PITAGORAS sobre el triángulo
rectángulo, el cual, era ya conocido de los babilonios y de los hindúes. Los
pitagóricos consideraban que las formas matemáticas más perfectas son: entre
las superficies, el círculo, y entre los cuerpos, la esfera. Así, llegaron a la
idea de que los cuerpos celestes son esféricos, tanto la Tierra, como los
astros, y a la idea de que los planetas se mueven en órbitas circulares; de
este modo, crearon los fundamentos de la astrología, aunque sería desarrollada
por las generaciones pitagóricas siguientes. Todo ello les movió a ver en el
mundo un cosmos, un orden normativo fundado en números y la medida.
Además
de la astronomía, la música y la matemática, la medicina tiene que haber gozado
de un pronto cultivo entre los pitagóricos y su círculo.
Parménides
de Elea. Este filósofo debe su importancia a su aguda distinción entre la
percepción sensible y el pensamiento. Parménides declara que el ser es limitado
y comparable "a la masa
de una esfera bien redondeada, la cual se encuentra en equilibrio en todas las
partes a partir del centro"
.
Empedocles. La
concepción empedoclea del mundo es un curioso dualismo.
Existen dos mundos: el de los sentidos o terreno, y el suprasensible o celeste.
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