GALILEO.
Nació en Pisa el 15 de febrero de
1564. Su familia tenía buenos contactos y una posición respetable dentro de la
sociedad, pero siempre sería un problema para ellos encontrar el dinero
necesario para mantener el “estatus”.
Cuando quiso iniciar sus estudios
en Padua, como no tenía medios económicos propios buscó un mecenas influyente,
que fue el Marqués Guidobaldo del Monte, un aristócrata que había escrito un
libro importante sobre la mecánica, estaba profundamente interesado por la
ciencia, y que consiguió que, en 1589, Galileo volviera a la universidad de
Pisa como catedrático en matemáticas, con un contrato de tres años.
Cuando murió su padre, como debía
mantener a su familia, buscó un cargo mejor remunerado y al final consiguió el
empleo de catedrático en matemáticas en la Universidad de Padua.
En Padua inició la línea de
pensamiento e investigación sistemática, llevó a cabo sus famosos experimentos
con péndulos y también con esferas que descendían en planos inclinados.
Y fue en Padua donde resolvió, de
una vez por todas, el problema del movimiento. Empezó a estudiar el fenómeno de
la caída libre: al trabajar con esferas que ruedan sobre planos inclinados,
consiguió retardar la velocidad de caída, lo cual le permitió medir los tiempos
y minimizar el rozamiento.
Pronto se dio cuenta y asumió
que, a pesar de las distintas velocidades, el movimiento desde el plano
inclinado y el de caída libre eran del mismo tipo, relacionados de una manera
muy simple mediante el ángulo de inclinación del plano.
Y además, llegó a una conclusión
fundamental: la velocidad de caída no solo no depende del peso del cuerpo, sino
tampoco de la naturaleza del cuerpo, de su peso específico. Enunció por primera
vez la ley que siguen los cuerpos en caída libre, o sobre planos inclinados:
EL ESPACIO RECORRIDO POR UN MOVIL ES PROPORCIONAL AL
CUADRADO DEL TIEMPO EMPLEADO EN RECORRERLO.
Otro de los principios enunciados
por Galileo fue el principio de inercia:
UN CUERPO QUE SE MUEVE SIN
ROZAMIENTO CON VELOCIDAD UNIFORME, PERSISTE EN SU MOVIMIENTO ETERNAMENTE: EL
MOVIMIENTO UNIFORME (RECTILÍNEO CON VELOCIDAD CONSTANTE) ES UN MOVIMIENTO
AUTOSOSTENIDO, QUE NO NECESITA DE MOTOR ALGUNO, Y QUE, YA NO ES UNA PROPIEDAD
DEL CUERPO.
El movimiento deja de ser una
propiedad de los cuerpos para convertirse en una relación entre los cuerpos.
ü EL
CONFLICTO CON LA IGLESIA.
PRIMER CONFLICTO:
En 1609 Galileo
dirigió el telescopio al cielo y vio lo que nunca nadie había visto.
Cada día se convencía más de las
ideas de Copérnico y a la vez ganaba enemigos.
La posición de Galileo era
sospechosa para una Iglesia que, atacada por varios flancos, estaba en pleno
proceso de intentar reconstruir su poder. Pero nuestro protagonista seguía
tranquilo porque confiaba en la eficacia de su alegato y las amistades que
tenía en Roma. En realidad, él no pretendía destruir la religión, sino que la
Iglesia abandonara sus posiciones reaccionarias y aggiornarla aceptando la
nueva ciencia. De hecho, fue la intransigencia oscurantista y autoritaria de la
Iglesia lo que transformó el conflicto en un enfrentamiento entre Fe y Razón.
Fue así que el 19 de febrero de
1616, teólogos de la Inquisición determinaron la falsedad de dos proposiciones:
a) El
sol es el centro del mundo.
b) La
Tierra se mueve toda de por sí, además con movimiento diurno.
Pablo V dio instrucciones para
citar a Galileo y que se le impusiera verbalmente el abandono de las opiniones
censuradas sobre las que había emitido su juicio y la siguiente comisión: de
ser cuestionada por Galileo la advertencia verbal, el comisario de la
Inquisición procedería a reiterarla de manera formal en presencia de notario y
testigos y, de negarse Galileo también a esta requisitoria formal, debía ser
encarcelado.
El 5 de marzo sería dado a
conocer un decreto por el cual se incluían dentro del Index de libros
prohibidos todos aquellos que defendieran la realidad del movimiento de la
Tierra.
SEGUNDO CONFLICTO.
Los actores del segundo proceso a
Galileo serían otros: el comisario de la Inquisición había muerto en 1621 y el
Papa Pablo V en 1623. Galileo vio su oportunidad el Papa Urbano VIII quien se
consideraba a si mismo un hombre renacentista ilustrado, amigo de las artes y
las ciencias. Nuestro protagonista se entrevistó con él y éste declaró que no
se opondría a la publicación de los nuevos libros de Galileo siempre y cuando
se los considerara de ficción.
En su Diálogo, Galileo niega la
dicotomía entre mundo celeste y mundo terrestre, afirma que es erróneo
atribuirle a los cielos y a la tierra movimientos naturales distintos y analiza
los últimos descubrimientos astronómicos que contradecían los aristotélicos.
Es cierto que Galileo actuó con
exceso de confianza, pero a simple vista la situación así se lo permitía. Lo
grave fue que el mismo papa, movido por las intrigas palaciegas, traicionó a
Galileo y se pasó al bando de sus enemigos. En septiembre fue citado a Roma.
Galileo fue a juicio y lo perdió.
La condena fue prisión de por vida. Primero se conmutó a arresto domiciliario
luego pasó a estar custodio del obispo de Siena y finalmente fue a su
domicilio.
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